El Tri levanta una Copa Oro vacía de gloria, pero sanadora – ESPN

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México se corona en la Copa Oro ante los Estados Unidos (2:04)

Con goles de Raúl Jiménez y Edson Álvarez, la Selección Mexicana rompió una racha sin triunfos ante los estadounidenses en el certamen de Concacaf. (2:04)

6 de jul, 2025, 22:06 ET

LOS ÁNGELES — México levanta la Copa Oro, la sexta, una copa vacía de trascendencia, pero, para el Tri, llena de urgencias. 2-1 sobre Estados Unidos, sí, la “B” de Estados Unidos, pero es la máxima gloria que otorga el bazar de segunda mano de la Concacaf. Y ganarla es más una obligación que un privilegio.

México fue superior, abismalmente superior: 63 por ciento de posesión por 37 del rival, y además de manejar el balón, ordenó y ordeñó los tiempos del partido. 12 tiros de esquina por ninguno de Estados Unidos.

México derrota a Estados Unidos para ser campeón de la Copa Oro 2025 Omar Vega/Getty Images

Sí, la angustia fue una alfombra sobrepuesta a la cancha del NRG Stadium, porque al minuto 4, Chris Richards debe encorvarse para rematar de cabeza ante el abandono de Edson Álvarez y Johan Vásquez, y Estados Unidos tomaba la ventaja de 1-0.

Pero, la desesperanza no alcanzó boleto entre los 71 mil asistentes al partido. No hubo cupo para ella ni en la cancha ni en la tribuna. Y México tragó amargo con ese gol, pero además tragó rápido, procesó velozmente la adversidad, al menos en el trámite.

Los exquisitos y los ignorantes. O los exquisitos ignorantes y los ignorantes exquisitos, insistirán en que México embadurna y resana sus carencias de futbol –especialmente esta noche de domingo–, con la sangre bullidora y bulliciosa, hormonal, de la devoción, la intensidad y la rabia. Vaya novedad. Al final, no se esperaba más de Javier Aguirre, pero, al final, tampoco se esperaba menos de Javier Aguirre.

Ganar la Copa Oro agrega una tregua para la ruta crítica de México al Mundial. Vendrán amistosos y vendrán altibajos. Vendrán lustres y raspones, y vendrán tiempos y espacios para ensayar con otras promesas, como pasó con Gil Mora y el Tiloncito Chávez, pero hay otros que reclaman, especialmente Hugo Camberos y Elías Montiel.

Tras el varapalo del minuto 4, en ese letargo defensivo en juego aéreo, México debió sufrir para pisar el área de Matt Freese y mancillarle su telaraña. Por derecha, El Piojo Alvarado parecía haberse tragado a Jurgen Damm y a Uriel Antuna, lanzando balones con el GPS hackeado.

Aún así, México encuentra una recompensa aderezada con tranquilidad y tregua. Al minuto 27, Marcel Ruiz, el claridoso y clarividente del equipo mexicano, filtra a la posición de Raúl Jiménez, quien fulminante de media vuelta, de zurda, violentamente, cuelga el empate en la horquilla de Freese.

Lo relevante para México fue que tras la distracción brutal en el 1-0, cerró filas en el fondo, y lo hizo dramáticamente, seriamente, despiadadamente, y sólo debió sufrir una embestida pero el remate del estadounidense se estrella en el rostro de la salida temerosa y despistada de Luis Malagón.

En el segundo tiempo el Tri mejoró sensiblemente. Incluso, el mismo Alvarado entendió mejor su tarea cuando Alexis Vega fue a montar la mancuerna por el costado derecho, y de esa manera, con otra sobresaliente jornada de Gilberto Mora, una demostración de pujanza in extremis de Marcel, y una de las mejores versiones de Edson Álvarez, permitieron copar a EEUU, a pesar de los movimientos desesperados de Mauricio Pochettino, cuyo trabajo ya queda en entredicho.

Y con el control absoluto, el gol llega a los ’77, porque México no quería tentar a la fortuna llegando a una instancia de penaltis, especialmente tras la exhibición de Freese ante Costa Rica. Un cobro de esquina que prolonga de cabeza Johan Vásquez, y en un lance a pura rabia, en un vistoso vuelo, entre palomita y zopilotazo, Edson Álvarez marca el 2-1.

La ecuación imperfecta del gol en contra, favorece perfectamente a México, que se muestra más tranquilo, sólido, seguro, con destellos defensivos de Sánchez, Vásquez y Montes, en contraste con el estertor desesperado, precipitado y desordenado de Estados Unidos, que pareció ser el primero en resignarse al ya implacable veredicto.

Insisto, hay poco que pueda celebrar la Selección Mexicana, pero, ojo, hay mucho para celebrar para la afición mexicana.

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Y eso, es más valioso que la Copa Oro, esta copa de tan poca gloria, y tantas urgencias, y eso realmente sublime, es el tsunami pasional, emocional, que desató el triunfo en las tribunas y en los sofás de millones de hogares. Porque, sí, aunque el Vasco Aguirre hubiera querido disimularlo, él lo sabía mejor que nadie, es Estados Unidos, y como lo dijo en la Nations League después de la conferencia de prensa de la Final: “Ante estos cabrones no se debe perder”.

Porque a pesar de su ambigüedad y su desdén, seguramente en la intimidad sagrada del vestuario, antes de salir a la cancha, debió decirles a sus jugadores algo así como “ganar por los que están, por los que ya no están, y por los que seguramente regresarán” a suelo estadounidense.

Sí, el Vasco es un farsante. Él mejor que nadie sabe manejar en el útero gestante de emociones y pasiones del vestidor, el mejor discurso, ese que precisamente necesitan más sus hombres, que sus jugadores.

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