Cuatro goles y dos palos. El Barça fue una máquina ante el Girona en Montjüic. Lo fue desde el inicio con Pedri, Eric, Gavi y Fermín que permitieron una presión que dio un control total y también cuando entró un De Jong fresco y con autoridad que supo aprovechar los mayores espacios que dejó el equipo de Michel. En medio de todo eso, Lamine y Lewy. El joven delantero blaugrana fue, otra vez, un espectáculo con su fútbol mágico, el día que Lewandowski volvió a reivindicarse como uno de los mejores arietes del mundo.
El Barça remató en 21 ocasiones, nueve de ellas entre los tres palos, mientras el Girona solo lo hizo en cuatro, con dos a portería. Los dos goles de Lewy fueron claves, pero en el Barça, Lamine remató siete veces, el polaco, seis y Fermín, cuatro, en una exhibición ofensiva. Lewandowski fue, sin embargo, el que más tiró a portería: lo hizo en cuatro ocasiones y en dos anotó. El delantero centro se aprovechó de la gran cantidad de balones robados en la primera parte y del juego inteligente con la entrada de De Jong más tarde. No puede olvidarse, de nuevo, el excelente partido de Pedri y que Ferran, salga cuando salga, siempre tiene gol. Lo demostró otra vez ante un Girona que fue a remolque la primera fase y reaccionó durante algunos minutos, pero los goles de Lewy hundieron al equipo de Michel que vio muy difícil competir cuando el Barça se distanció en el marcador.
Michel tuvo razón en su análisis: “Un gran Barça en la primera parte y, sin embargo, nos metieron los goles en la segunda”. La presión blaugrana en el inicio fue impresionante ante un equipo acostumbrado también a tener la pelota. Los jugadores blaugrana no les dejaron el balón y se sintieron inquietos en un partido incómodo. El ‘Flick Team’ saca provecho de los cambios y con jugadores como Eric, Gavi o Fermín primero son capaces de ejecutar una presión muy intensa para después, con la entrada de De Jong o Ferran acabar por golear al Girona. El juego del Barça dejó en anécdota un posible penalti a Fermín, en el que se dudaba si era fuera o dentro y el VAR consideró que no fue nada. Esta vez funcionó la máquina en un Barça con una gran dosis de confianza.